¿Qué podemos aprender de la filiación de Jesús?
La afirmación de Jesús de que era el Hijo de Dios incitó la furia de los líderes religiosos. Sin embargo, su explicación de todo lo que su condición de Hijo implicaba nos ayuda a entender cómo debemos comportarnos como hijos de Dios.
Él habló las palabras de su Padre al mundo (Juan 8:26). Antes de que Jesús ascendiera al cielo, nos dio la misma tarea. «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda la creación» (Marcos 16:15).
Cristo no hizo nada por su propia iniciativa (Juan 8:28). La filiación nunca implica debilidad, pero sí requiere rendirse a la autoridad del Padre.
Habló como el Padre le enseñó (Juan 8:28). Los cristianos no deben depender del instinto personal, sino que deben aprender y confiar en la verdad de la Palabra de Dios.
Jesús siempre hacía lo que le agradaba al Padre (Juan 8:29). Los hijos de Dios ya no viven para sus propios placeres, sino que buscan la alegría y las bendiciones de vivir en obediencia a su Padre.
Cristo no persiguió su propia gloria sino que honró al Padre (Juan 8:49-50, 54). De la misma manera, debemos humillarnos y exaltar al Señor en nuestros pensamientos y comportamiento.
Conoció a su Padre y cumplió su palabra (Juan 8:55). Los creyentes tienen el mismo privilegio de intimidad con Dios y la misma responsabilidad de obedecer sus instrucciones.
La oportunidad de ser hijos de Dios sólo es posible gracias a la fiel obediencia de su Hijo. Cristo abrió la puerta para nuestra adopción, nos colmó de bendiciones familiares y demostró cómo debemos vivir en la casa de la fe. Ahora depende de nosotros seguir su ejemplo.
Tomado de « Lecciones en la filiación » de In Touch Ministries (usado con permiso).
Publicado originalmente el 5 de mayo de 2011.