¿Jesús y las Ciudades de Refugio?
Las Ciudades de Refugio (Números 35; Josué 20; Deuteronomio 4, Deuteronomio 19) nos recuerdan a Cristo Jesús nuestro escondite. Dios ordenó que cuando su pueblo tomara posesión de la tierra se designaran seis Ciudades de Refugio, a las que si el que matara a un hombre, por ignorancia o sin intención, pudiera huir del vengador de la sangre que, según la costumbre oriental, perseguiría y mataría al homicida. Tres a cada lado del río Jordán – que fueron provistos para un homicida culpable de asesinato en segundo grado.
Esas ciudades de refugio muestran cómo Cristo protege al pecador de la muerte. Fue una provisión muy maravillosa para un hombre que mató a alguien accidentalmente. Tal vez el que mató tenía un hermano impulsivo que quería venganza. Así el fugitivo podría escapar a una ciudad de refugio donde sería protegido y su caso juzgado. Los ancianos de la ciudad investigarían el caso. Si era absuelto del asesinato intencional debía permanecer en la ciudad hasta la muerte del sumo sacerdote.
Hemos huido a Jesucristo, y Él es nuestro refugio eterno. Como nuestro Sumo Sacerdote, Él nunca morirá (Hebreos 7:23-25); y tenemos la salvación eterna. Ningún vengador puede tocarnos, porque ya ha muerto y ha resucitado de entre los muertos.
Estas seis ciudades de refugio son hermosos tipos de Cristo, a quienes «hemos huido para refugiarnos y asirnos de la esperanza puesta ante nosotros» (Hebreos 6:18).
Tomado de « Reflexiones de Cristo en las Ciudades de Refugio » de Discover the Book Ministries.
Publicado originalmente el 2 de septiembre de 2010.