¿Extrañando al Mesías en medio de ellos?
¿Qué es lo que los judíos pueden exigir de Jesús como el Mesías, en cuanto a su enseñanza y su trabajo? Podrían esperar que cumpliera la ley y que hiciera cumplir su observancia universal y que cumpliera las palabras de los profetas en cuanto al reino mesiánico. Estas eran en sí mismas sólo exigencias, pero implicaban dos cosas: primero, que ellos mismos conocían el significado de la ley y la guardaban sin añadirle ni quitarle nada; segundo, que sus creencias mesiánicas estaban en conformidad con los profetas. Pero en ambos aspectos fracasaron. Habían añadido a la ley muchas tradiciones y la habían hecho en algunos puntos nula y en muchos otros gravosa. Por lo tanto, cuando vinieron a juzgar las enseñanzas y actos de Jesús por ella, lo hicieron transgresor cuando no lo era; él cumplió la ley en letra y en espíritu, pero lo condenaron por no cumplirla.
Sus expectativas, también, del reino mesiánico no eran según los profetas. No entendían que el pueblo debía cumplir todas las ordenanzas de Dios, debía ser obediente, justo, santo, o no estaban preparados para el Mesías. Los profetas siempre hablaron de su cautiverio y sujeción a las naciones que les rodeaban como castigo por sus pecados, y exigieron el arrepentimiento y la confesión humilde como paso previo a su restauración. Los Judíos en ese día estaban en una dolorosa esclavitud bajo el yugo romano, pero no había conciencia de culpa de su parte, no había un verdadero sentido de la ira de Dios con ellos, ni humillación, ni confesión. Por lo tanto, el primer paso por parte de Dios era llamarlos al arrepentimiento; sin esto sus promesas de restauración no podían ser cumplidas. Pero no escucharon a Juan el Bautista llamándolos al arrepentimiento.
Creían que el Mesías los tomaría en su condición de entonces, los organizaría, derrotaría a los romanos y los convertiría en una gran nación. Fueron estas creencias y expectativas las que pusieron a prueba al Señor, y no las cumplió. Por el contrario, comenzó tratando de despertar en ellos un sentido de pecado. No aceptó sus tradiciones, pero les mostró claramente lo que Dios les exigía; ni siquiera asumió el título de Mesías, para que no se entendiera que confirmaba sus esperanzas infundadas.
Adaptado de La Vida de Nuestro Señor en la Tierra de Samuel James Andrews.
Publicado originalmente el 09 de septiembre de 2010.