¿Cómo lidiaba la Iglesia primitiva con la adversidad?
En Hechos 12, encontramos una historia sobre lo poderosa que puede ser la oración. Es una historia de cómo, cuando las cosas se veían sombrías, la oración cambió toda la situación. Esta historia no sólo nos anima con un maravilloso ejemplo de oración contestada, sino que también nos proporciona una serie de principios que podemos aplicar en nuestras propias vidas para ayudarnos a ver nuestras oraciones contestadas de forma afirmativa.
Veamos algunos de estos principios juntos.
Principio uno: Tenemos que ofrecer nuestras oraciones a Dios. Hechos 12:5 nos dice, «Pedro estaba en la cárcel, pero la iglesia ofrecía a Dios una oración constante por él».
¿Sabías que no todas las oraciones se ofrecen a Dios? Varios estudios realizados en los últimos años han descubierto que las personas que rezan parecen tener menos problemas en la vida, menos estrés y menos presión arterial. Incluso se descubrió en situaciones hospitalarias que una persona por la que se rezaba parecía tener una recuperación más rápida que las personas que no habían sido destinatarias de la oración.
La pregunta que tengo es: «¿A quién le rezaba esta gente?» La oración no es la respuesta. Dios es la respuesta. La oración es el vehículo por el cual llegamos a Dios.
No necesitamos buscar la oración. Necesitamos mirar a Dios a través de la oración. Necesitamos ofrecer nuestras oraciones a Dios.
Principio dos: Necesitamos rezar con pasión. La frase, «oración constante» podría traducirse como «oración ferviente o estirada hacia afuera».
¿Alguna vez has dejado las llaves del coche en ese pequeño lugar entre el asiento y la consola central? Están justo fuera de tu alcance, y te esfuerzas para intentar conseguirlas. Esta es la idea aquí. Llegaron a Dios. Ponen todo en ello.
Otra forma de traducir esta frase es, «rezaron con agonía». Esta no era una oración frívola. Esta era una oración del tipo «tormenta-trono de Dios». Dios promete que lo encontraremos cuando lo busquemos con todo nuestro corazón (ver Jeremías 29:13). Así es como necesitamos rezar.
Extraído de « Principios para la oración contestada » de Greg Laurie (usado con permiso).
Publicado originalmente el 28 de mayo de 2010.