¿Cómo debemos acercarnos a los Evangelios?
Los cuatro Evangelios registran el ser eterno, la ascendencia humana, el nacimiento, la muerte, la resurrección y la ascensión de jesús el Cristo, Hijo de Dios e Hijo del Hombre. También registran una selección de los incidentes de su vida, y de sus palabras y obras. Tomados juntos, ellos exponen, no una biografía, sino una Personalidad.
Estos dos hechos, que tenemos en los cuatro Evangelios una Personalidad completa, pero no una biografía completa, indican el espíritu y la intención con la que debemos abordarlos. Lo importante es que a través de estas narraciones debemos llegar a ver y conocer a Aquel a quien revelan. Los veintinueve años de formación se pasan en un silencio que se rompe una sola vez, y eso en sólo doce breves versos del Evangelio de Lucas. Puede que sea bueno respetar la reticencia divina.
Pero los cuatro Evangelios, aunque diseñados incompletos como una historia, son divinamente perfectos como una revelación. Puede que no sepamos a través de ellos todo lo que hizo, pero podemos conocer al Hacedor. En cuatro grandes personajes, cada uno de los cuales completa los otros tres, tenemos al mismo Jesucristo.
Los evangelistas nunca describen a Cristo, lo exponen. No nos dicen casi nada de lo que pensaban de Él, le dejan hablar y actuar por sí mismo.
Este es el respeto esencial en el que estas narraciones difieren de la mera biografía o el retrato. «Las palabras que os hablo son espíritu y son vida.» El estudiante en el que habita un espíritu no agraviado encuentra aquí al Cristo vivo.
Tomado de « Los Evangelios en Armonía » de Discover the Book Ministries (usado con permiso).
Publicado originalmente el 31 de agosto de 2010.