5 pasos probados para disciplinar a otros
Cuando era un estudiante de primer año en UNC-Chapel Hill, el empleado de mi campus de la Intervarsity Christian fellowship se acercó a mí, preguntándome si me gustaría reunirme semanalmente durante el semestre. Durante los siguientes tres años, Deanne me enseñó una variedad de temas, desde relaciones, ministerio y estudios bíblicos. Su ejemplo de ser un discipulador intencional ha sido invaluable para mí. Mientras reflexiono sobre nuestros tiempos juntos, surgen cinco principios importantes.
A medida que entienda la importancia de ser intencional sobre la forma en que persigue a Cristo y ayuda a otros a hacer lo mismo, considere estos principios antes de comenzar un tipo de relación de tutoría estructurada. Estos deberían ayudar a establecer expectativas y proporcionar una visión compartida para su tiempo juntos.
Principio #1: Establecer una hora y lugar de reunión programada.
Cuando se establece un tipo de relación de tutoría más formal, es importante que saquen sus calendarios y encuentren un horario regular para reunirse que funcione para ambos. Cuando estaba en la universidad, Deanne y yo nos reuníamos cada semana en la misma pizzería del campus. Nuestro camarero, Joey, sabía que estaríamos allí cada martes y siempre nos saludaba con una sonrisa de bienvenida. La consistencia de nuestra relación nos permitió construir la confianza y la conciencia de lo que estaba pasando en la vida del otro.
Fuera de la universidad, la mayoría de nosotros tendrá dificultades para reunirse semanalmente. Normalmente intento reunirme con las mujeres a las que asesoro una vez al mes. Si el tiempo lo permite, una semana sí y otra no sería una buena opción para una reunión regular. Si es posible, establezca un día y hora regular del mes (por ejemplo, el segundo martes de cada mes o cada dos miércoles). Cuanto más consistente sea la hora y el lugar de la reunión, más probable es que la relación tenga oportunidad de crecer.
Principio #2: Planificar la duración del tiempo que se encontrarán juntos.
Cuando Deanne se me acercó por primera vez sobre la tutoría, me preguntó si podíamos reunirnos semanalmente para el semestre de otoño. Entendió sabiamente que las relaciones de tutoría no siempre encajan bien y que los compromisos de tiempo a menudo cambian por una variedad de razones. Fijar una duración fija para nuestra reunión nos dio a ambos la oportunidad de reevaluar al final del semestre. Comprendí que ella podría necesitar invertir su tiempo en otro lugar y se dio cuenta de que mi horario escolar podría cambiar, de modo que ya no podría reunirme en nuestro horario habitual. Afortunadamente, pudimos continuar nuestra relación durante tres años. Justo antes de mi último año de universidad se casó y se mudó a una nueva ciudad, por lo que ya no podíamos vernos con regularidad.
Normalmente aconsejo a las mujeres que planeen reunirse una vez al mes durante el año o cada dos semanas durante seis meses. Si la relación va bien, es fácil extender el tiempo juntos por otros seis meses o años. Sin embargo, si los horarios cambian o la tutoría no resulta beneficiosa, esto proporciona un final natural a un tiempo de reunión regular. No significa que la relación termine, sólo que la consistencia de los tiempos juntos puede disminuir. Encuentro que este principio es uno de los más importantes de discutir desde el principio, para prevenir sentimientos heridos o expectativas no realizadas.
Principio #3: Planea lo que vas a estudiar.
También es importante aclarar lo que harán en su tiempo juntos para que ambas partes estén preparadas. Puede leer un capítulo de un libro en particular o discutir ciertas cuestiones para la rendición de cuentas. Recomiendo tener algo que ayude a guiar sus conversaciones. Es bastante fácil «ponerse al día» y discutir las circunstancias de la vida sin profundizar y conocer a Dios de manera más íntima. En mi próximo artículo, discutiré algunas claves para un discipulado bien equilibrado que espero les proporcione una dirección útil mientras consideran qué estudiar en su tiempo juntos.
Principio #4: Iniciar tiempos sociales juntos.
Deanne y yo nos reuníamos regularmente para nuestras reuniones, pero también disfrutábamos de momentos sociales juntos fuera de nuestros almuerzos de los martes. La veía cada semana en nuestra reunión de grupo grande y me invitaba a pasar el rato con ella mientras rellenábamos sobres de apoyo o íbamos juntos a ver una película. Eran tiempos en los que construíamos nuestra amistad de manera informal que bendijo nuestros tiempos más intencionales juntos.
Si sólo se reúnen una vez al mes y rara vez se ven fuera de su tiempo juntos, puede resultar difícil desarrollar una relación abierta y honesta que sea productiva para el crecimiento espiritual. Es importante encontrar momentos informales en los que los dos puedan disfrutar de la compañía del otro. Puede ser yendo juntos a un retiro de la iglesia, siendo voluntarios en el mismo comité, disfrutando de una comida casera, o caminando juntos una mañana. Encontrar maneras de pasar tiempo juntos construirá la relación de manera alentadora.
Principio #5: Rezar el uno por el otro.
Encuentro que la oración es uno de los aspectos más importantes de cualquier relación de tutoría. Cada vez que se reúnan, asegúrense de compartir formas de rezar por el otro. Es útil que el mentor comparta sus peticiones de oración, así como el alumno. Entender que los cristianos maduros aún luchan y tienen necesidades de oración es una lección importante para aquellos a los que están asesorando. Permite al creyente más joven entrar y escuchar las luchas de su mentor. Ser abierto y honesto ante la persona a la que se está asesorando puede ser lo que ella necesita para permitirle abrirse con usted de manera más profunda.
Una de las cosas más intimidantes de entrar en una relación de tutoría es el miedo al fracaso. Comunicar abiertamente las expectativas y considerar estos principios puede ayudar a comenzar una relación que bendecirá a ambos participantes. Este tipo de discipulado construye la iglesia de maneras poderosas. Ser animado – las relaciones de tutoría valen la pena el tiempo, la energía, el esfuerzo y la reflexión que se pone en ellas.
Melissa Kruger trabaja como Coordinadora del Ministerio de la Mujer en la Iglesia Uptown en Charlotte, Carolina del Norte y es la autora de La Envidia de Eva: Encontrando satisfacción en un mundo codicioso (Christian Focus, 2012). Su esposo Mike es el presidente del Seminario Teológico Reformado, y tienen tres hijos. Puedes seguirla en Twitter @MelissaBKruger.
Publicado originalmente el 14 de abril de 2015.