¿Qué pasó con el cuerpo de Cristo?
Y los enemigos de Jesús lo confirmaron afirmando que los discípulos habían robado el cuerpo (Mateo 28:13). El cuerpo muerto de Jesús no pudo ser encontrado. Hay cuatro maneras posibles de explicar esto.
1.Sus enemigos robaron el cuerpo.
Si lo hicieran (y nunca afirmaron haberlo hecho), seguramente habrían producido el cuerpo para detener la exitosa difusión de la fe cristiana en la misma ciudad donde ocurrió la crucifixión. Pero no pudieron producirlo.
2.Sus amigos robaron el cuerpo.
Este fue un rumor temprano (Mateo 28:11-15). ¿Es probable? ¿Podrían haber superado a los guardias de la tumba? Más importante aún, ¿habrían empezado a predicar con tanta autoridad que Jesús fue resucitado, sabiendo que no lo era? ¿Habrían arriesgado sus vidas y aceptado palizas por algo que sabían que era un fraude?
3.Jesús no estaba muerto, sino sólo inconsciente cuando lo pusieron en la tumba.
Despertó, quitó la piedra, superó a los soldados y desapareció de la historia después de unos encuentros con sus discípulos en los que les convenció de que había resucitado de entre los muertos. Ni siquiera los enemigos de Jesús intentaron esta línea. Obviamente estaba muerto. Los romanos se encargaron de eso. La piedra no podía ser movida por un hombre desde dentro que acababa de ser apuñalado en el costado por una lanza y pasó seis horas clavado en una cruz.
4.Dios resucitó a Jesús de entre los muertos.
Esto es lo que dijo que pasaría. Es lo que los discípulos dijeron que pasaría. Pero mientras exista una remota posibilidad de explicar la resurrección de forma naturalista, la gente moderna dice que no debemos saltar a una explicación sobrenatural. ¿Es esto razonable? No lo creo. Por supuesto, no queremos ser crédulos. Pero tampoco queremos rechazar la verdad sólo porque sea extraña. Tenemos que ser conscientes de que nuestros compromisos en este punto están muy afectados por nuestras preferencias, ya sea por el estado de cosas que surgiría de la verdad de la resurrección, o por el estado de cosas que surgiría de la falsedad de la resurrección.
Si el mensaje de Jesús te ha abierto a la realidad de Dios y a la necesidad del perdón, por ejemplo, entonces el dogma antisupernatural podría perder su poder sobre tu mente. ¿Podría ser que esta apertura no sea un prejuicio para la resurrección, sino la libertad de prejuicios contra ella?