¿Por qué se rasgó el velo del templo?
En el patio interior del templo de Jerusalén, en el Santo de los Santos, estaba el Arca de la Alianza. Allí era donde el sumo sacerdote iba una vez al año para ofrecer la expiación de los pecados del pueblo. Un velo, una cortina tejida muy gruesa, separaba el Lugar Santísimo del resto del templo.
Cuando Jesús murió en la cruz como sacrificio por nuestros pecados, esa pesada cortina se rasgó de arriba a abajo. No fue rasgada de abajo a arriba, como si un hombre la estuviera rasgando. En cambio, fue rasgada de arriba a abajo, porque Dios la estaba rasgando.
Dios estaba diciendo, «Ya no estás en el exterior. Puedes entrar. Mi Hijo ha hecho un camino para ti».
El apóstol Pablo explicó cómo podemos acercarnos ahora a Dios:
Por lo tanto, hermanos, teniendo la audacia de entrar en el Santo por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que Él nos consagró, a través del velo, es decir, su carne, y teniendo un Sumo Sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con un corazón verdadero en plena seguridad de fe. (Hebreos 10:19-22)
El velo se rasgó. Jesús es ahora nuestro Intercesor. Ya no tenemos que pasar por una persona para llegar a Dios. Ya no tenemos que pasar por rituales. En su lugar, Jesús hizo una nueva y viva forma de llegar a Dios.
Jesús lo pagó todo. Y eso es tan importante de recordar.