¿Por qué Belén?
Belén es apenas digna de contarse entre los clanes de Judá, sin embargo, Dios elige traer a su magnífico Mesías fuera de esta ciudad. ¿Por qué? Una respuesta es que el Mesías es del linaje de David y David era un Belén. Eso es cierto, pero se pierde el punto del verso dos. El punto del verso dos es que Belén es pequeña… no que sea grande porque David nació allí. (Eso es lo que los escribas se perdieron en Mateo 2:6). Dios elige algo pequeño, tranquilo, fuera del camino, y hace algo allí que cambia el curso de la historia y la eternidad.
¿Por qué? Porque cuando actúa así no podemos presumir de los méritos o logros de los hombres sino de la gloriosa misericordia de Dios. No podemos decir, «Bueno, por supuesto que se puso a favor de Belén, ¡mira la gloria humana que Belén ha alcanzado!» Todo lo que podemos decir es: «Dios es maravillosamente libre; no se impresiona por nuestra grandeza; no hace nada para llamar la atención sobre nuestros logros; hace todo para magnificar su gloriosa libertad y misericordia». …
Dios eligió un establo para que ningún posadero pudiera presumir, «¡Él eligió la comodidad de mi posada!» Dios eligió un pesebre para que ningún maderero pudiera presumir, «¡Él eligió la artesanía de mi cama!» Escogió Belén para que nadie pudiera presumir, «¡La grandeza de nuestra ciudad limitó la elección divina!» Y nos eligió a ti y a mí, libre e incondicionalmente, para detener la boca de toda jactancia humana. Este es el punto de Romanos 11 y este es el punto de Miqueas 5.
El significado más profundo de la pequeñez e insignificancia de Belén es que Dios no otorga las bendiciones del Mesías – las bendiciones de la salvación – sobre la base de nuestra grandeza o nuestro mérito o nuestro logro. No elige ciudades o personas por su prominencia, grandeza o distinción. Cuando elige, lo hace libremente, para magnificar la gloria de su propia misericordia, no la de nuestras distinciones. Así que digamos con los ángeles, «¡Gloria a Dios en las alturas!» No la gloria para nosotros. Tenemos la alegría. Él se lleva la gloria.