¿Peces buenos y malos en la misma red?
La parábola de la red bajada al mar tiene algunos puntos en común con la del trigo y la cizaña (Mateo 13:47-52). Su intención es instruirnos en un tema muy importante: la verdadera naturaleza de la Iglesia visible de Cristo.
La predicación del evangelio fue el lanzamiento de una gran red en medio del mar de este mundo. La iglesia profesante que se suponía que debía reunir era un cuerpo mixto. Dentro de los pliegues de la red, debía haber peces de todo tipo, tanto buenos como malos. Dentro de los límites de la Iglesia habría cristianos de varios tipos, tanto inconversos como convertidos, tanto falsos como verdaderos. La separación de lo bueno y lo malo llegará por fin, pero no antes del fin del mundo. Tal fue el relato que el gran Maestro dio a sus discípulos de las iglesias que iban a fundar.
Es de suma importancia tener las lecciones de esta parábola profundamente grabadas en nuestras mentes. Apenas hay un punto en el cristianismo en el que existan mayores errores que la naturaleza de la Iglesia visible. No hay ninguno, quizás, en el que los errores sean tan peligrosos para el alma.
Aprendamos de esta parábola, que todas las congregaciones de cristianos profesos deben ser consideradas como cuerpos mixtos. Son todas asambleas que contienen «peces buenos y malos», conversos e inconversos, hijos de Dios e hijos del mundo, y deben ser descritos y tratados como tales. Decir a todos los bautizados que han nacido de nuevo y tienen el Espíritu y son miembros de Cristo y son santos ante una parábola como ésta es totalmente injustificable. Tal modo de dirigirse puede halagar y complacer. No es probable que se beneficie o ahorre. Está dolorosamente calculado para promover la justicia propia y adormecer a los pecadores. Derroca la simple enseñanza de Cristo, y es ruinosa para las almas. ¿Hemos oído alguna vez tal doctrina? Si lo hacemos, recordemos «la red».