¿La muerte fue derrotada?
La muerte parece tan cruel, tan dura y tan definitiva. Eso es lo que los discípulos sintieron cuando vieron a su Señor, a quien habían dejado todo por seguir, colgado en la cruz. Estaban devastados. La muerte los había aplastado. Pero si hubieran regresado a sus recuerdos, habrían recordado un importante evento y una declaración que Jesús había hecho.
Habrían recordado a Jesús de pie junto a la tumba de su amigo íntimo Lázaro. Habrían recordado que Jesús hizo algo completamente inesperado: Lloró (ver Juan 11:35). Jesús lloró, porque sabía que la muerte no era parte del plan original de Dios. La humanidad no estaba destinada a envejecer, a sufrir enfermedades o a morir. Pero debido al pecado de Adán y Eva, el pecado entró en la raza humana, y la muerte le siguió. Y la muerte se extendió a todos nosotros. Jesús lloró, porque le rompió el corazón.
Pero parado allí en la tumba de Lázaro, Jesús también pronunció estas palabras llenas de esperanza:
«Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá» (Juan 11:25).
La muerte no es el final. Y la resurrección de Jesucristo lo demuestra.
Si has puesto tu fe en Cristo, entonces la Pascua significa que vivirás para siempre en la presencia de Dios. La Pascua trae esperanza a la persona que ha sido devastada por la muerte.