La felicidad viene de ser humilde de corazón?
Ser «humilde de corazón», como Cristo dijo que era, es ser sumiso hasta la médula. Implica estar más interesado en servir a las necesidades de los demás que en satisfacer las propias.
Alguien que es verdaderamente desinteresado es generoso con su tiempo y sus posesiones, su energía y su dinero. A medida que eso se va manifestando, se demuestra de varias maneras, como la consideración y la amabilidad, un espíritu sin pretensiones y un liderazgo de corazón servicial.
El nuestro es un día de autopromoción, defendiendo nuestros propios derechos, cuidando de nosotros mismos primero, ganando por intimidación, presionando por el primer lugar, y una docena de otras agendas egoístas. Esa actitud hace más que cualquier otra para aplastar nuestra alegría. Tan ocupados defendiendo, protegiendo y manipulando, nos preparamos para una existencia intensa y sombría.
En nuestra sociedad egoísta, «agarra todo lo que puedas», el concepto de cultivar una actitud desinteresada y servicial es casi una broma para la mayoría. Pero, felizmente, hay unos pocos que desean genuinamente desarrollar tal actitud. Puedo asegurarles que si llevan a cabo ese deseo, conocerán el secreto de una vida feliz.