¿Jesús vivió para morir?
Si alguna vez has perdido a alguien de forma repentina e inesperada, sabes exactamente lo devastador que es. Te destroza por dentro. Ni siquiera sabes si serás capaz de sobrevivir. Puede parecer un destino peor que la muerte.
Así es como se sintieron los seguidores de Jesús cuando les fue arrebatado y asesinado a sangre fría ante sus propios ojos. Tenemos la ventaja de conocer toda la historia de la muerte y resurrección de Jesús. Pero estos seguidores de Jesús del primer siglo lo vivían en tiempo real. Tenían la esperanza de que Jesús estableciera su reino en la tierra, y que ellos gobernaran y reinaran con él. Él era su Señor. Él era su Maestro. Él era su todo. Y de repente, inesperadamente, sin entender por qué, fue traicionado por uno de los suyos. Y cuando Jesús dijo en la cruz, «¡Se acabó!» así es como se sintieron. Estaba acabado. El sueño había terminado. El final había llegado. Pero en realidad era sólo el principio.
Todo iba de acuerdo con el plan de Dios. La encarnación era para el propósito de la expiación. Jesús nació para morir, para que nosotros pudiéramos vivir. Cuando los sabios vinieron y trajeron sus regalos de oro, incienso y mirra al niño Jesús, cada uno de esos regalos tenía un significado. Trajeron oro porque Él era un Rey. Trajeron incienso, o incienso, porque Él sería nuestro sumo sacerdote, representándonos ante Dios. Y finalmente, la mirra era un elemento usado en el embalsamamiento, porque Jesús venía a morir por los pecados del mundo.
Se ha hablado mucho sobre quién fue responsable de la muerte de Jesucristo. Pero fue el deliberado y bien pensado plan de Dios para que Jesús muriera y resucitara.