¿Jesús evadió la pregunta de los líderes?
Obsérvese la consumada sabiduría con la que Jesús respondió a la pregunta que se le hizo (Mateo 21:23-27). Sus enemigos le habían pedido su autoridad para hacer lo que hizo. Su intención era hacer de su respuesta una manija para acusarlo. Él conocía el sentido de su pregunta y dijo: «Yo también te haré una pregunta, que si me la haces, yo también te diré con qué autoridad hago estas cosas». el bautismo de juan, ¿de dónde fue? ¿Del cielo o de los hombres?»
Debemos entender que en esta respuesta de nuestro Señor no hubo evasivas. Suponer esto es un gran error. La contra-pregunta que hizo fue en realidad una respuesta a la pregunta de sus enemigos. Sabía que no se atrevían a negar que Juan el Bautista era un hombre enviado por Dios. Sabía que, una vez concedido, sólo necesitaba recordarles el testimonio de Juan sobre sí mismo. ¿No había declarado Juan que era «el cordero de dios que quita el pecado del mundo»? ¿No lo había declarado Juan el Poderoso, que debía «bautizar con el Espíritu Santo»? En resumen, la pregunta de nuestro Señor fue un golpe de timón a la conciencia de sus enemigos. Si una vez concedieron la autoridad divina de la misión de Juan el Bautista, también deben conceder la divinidad de la suya. Si reconocieron que Juan vino del cielo, deben reconocer que Jesús mismo era el Cristo.
Recemos para que, en este mundo difícil, se nos suministre la misma clase de sabiduría que fue mostrada por nuestro Señor. Sin duda debemos actuar según el mandato de Pedro «y estar siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros, con humildad y temor» (1 Pedro 3:15). Debemos evitar toda investigación sobre los principios de nuestra fe y estar listos en cualquier momento para defender y explicar nuestra práctica. Pero por todo esto, nunca debemos olvidar que «la sabiduría es provechosa para dirigir», y que debemos esforzarnos en hablar sabiamente en defensa de una buena causa. Las palabras de Salomón merecen consideración: «No respondas al necio según su locura, no sea que tú también seas como él» (Proverbios 26:4).
Adaptado de El Evangelio de Mateo de J.C. Ryle (Capítulo 21).
Publicado originalmente el 15 de julio de 2010.