¿Alucinaron los discípulos?
Se afirma que los discípulos vieron ciertas apariciones visionarias después de la crucifixión, y que creyeron ver a Jesús vivo. Bajo el estrés y la tensión de una terrible excitación, se imaginaron que tenían una visión de su líder perdido de nuevo vivo. En este sentido, se ha afirmado que vieron lo que querían ver, como parece que a menudo lo hace la gente agobiada.
La respuesta a tal afirmación es de lo más simple. No hay necesidad de discutir. No tenían ninguna expectativa de volver a verlo. Ningún pensamiento estaba más lejos de sus mentes que el de su resurrección. En cuanto a la hipótesis de las apariciones visionarias, podría haberse considerado si sólo uno o dos hubieran testificado. Se registran no menos de diez apariciones distintas, y éstas no sólo a individuos, sino a compañías y multitudes. Primero a las mujeres. Luego a Pedro. Luego a dos hombres caminando hacia Emaús. Luego a diez apóstoles, y posteriormente a once.
Y más tarde a siete hombres que se acercaban a la orilla del mar. Luego a todos los apóstoles, y después a quinientos de una vez. Luego a Santiago, y finalmente al pequeño grupo reunido alrededor de él cuando ascendió
¿Es concebible que todos estos fueron engañados por las apariencias visionarias, y fueron tan engañados que cualesquiera que sean sus fallas y fracasos en los años venideros, no hay absolutamente ningún registro de que alguno de ellos cuestione el hecho histórico de la resurrección? Por supuesto que ahora se puede decir que todo esto está en la autoridad del Nuevo Testamento. Eso se admite de inmediato. La autenticidad de las narraciones de los Evangelios no está ahora en discusión, pero se da por sentado.
Y por lo tanto se puede añadir a las pruebas ya citadas la maravillosa historia de Saulo de Tarso, quien declaró a través de más de treinta años de vida y testimonio cristiano consistente que el cambio milagroso en su actitud hacia Cristo y en todo su carácter se produjo por una visión real de Jesús de Nazaret, resucitado y glorificado.
Se ha dicho que el verdadero relato de lo que le sucedió a Saulo de Tarso fue que tuvo un ataque epiléptico en una tormenta. Tan tonta es esta afirmación que la única respuesta posible es la sugerencia de que si es verdad, entonces los hombres deberían rezar siempre por una multiplicación de las tormentas y una epidemia de epilepsia.