Las personas no son mascotas: resistir la tentación del poder
Hoy, mientras esperaba en la cola del deli, entablé una conversación con una mujer que sostenía una dulce taza de té Yorkie. Como tengo mi propio dulce Yorkie, me alegró hablar de su perro y compartir cuánto aprecio a mi perro. No soy el único: hay muchas personas que se jactan de su amor por los animales en las redes sociales. Algunos incluso llegan a decir que prefieren sus perros a las personas.
A menudo he pensado en este punto de vista y, si bien los perros tienen muchos rasgos admirables, nuestra relación con nuestras mascotas nunca se puede clasificar como verdaderamente justa. Esto se debe a que en nuestras interacciones con las mascotas, siempre estamos a cargo. En las relaciones reales, sin embargo, no existe, y no debería existir, ese tipo de poder. Las relaciones que tienen ese tipo de control conllevan un hedor de esclavitud. Cualquier situación, ya sea profesional o personal, donde una persona toma el dominio sobre otra nunca puede ser buena.
Recientes revelaciones han demostrado cuántas personas en diversas posiciones de autoridad han usado este poder para manipular y lastimar a quienes están debajo de ellos, especialmente mujeres y niños. Sin embargo, no somos prudentes al considerar que esto solo ocurre con un hombre que lo habla sobre una mujer. Puede suceder en cada relación. De hecho, a menos que trabajemos duro para respetar la autonomía de los demás y de nosotros mismos, se desarrolla una jerarquía natural, pero no bíblica.
Solo Dios tiene verdadero poder
Hebreos 9:27 (NVI) explica por qué esto debe ser contrarrestado: «Y así como está establecido que el hombre muera una vez, y después viene el juicio». Solo Dios tiene autoridad sobre nuestras vidas y nuestras vidas posteriores. De hecho, es este pensamiento —que todos somos responsables ante Dios solo— lo que crea la plataforma más fuerte para la libertad. Esto se debe a que las personas, sin importar cuán autoritativas, siempre deben ocupar un segundo lugar en el papel de Dios en la vida de un individuo. Alguien puede empujar y manipular, pero la línea debe ser clara.
Publicación relacionada: Obediencia en el desierto
Los que se mantienen fieles a esto en sus vidas no se dejan llevar por la corriente de los tiempos. Pueden permanecer fuera de su cultura con la perspectiva intemporal de Dios para evaluar las acciones. Esta gran visión del mundo les permite ver cómo la vida es más que solo este momento. En cambio, ven que es un flujo hacia una resolución climática que determinará aquellos que realmente estaban en el lado correcto de la historia. También permite un amor constante y respeto por la vida. Esto se debe a que Dios es el origen de la vida y solo tiene autoridad para determinar sus límites.
Lucha contra la tentación del poder
Piensa ahora en las relaciones en tu vida. ¿Tratas de hacer que tu voluntad, aunque esté bien intencionada, influya en la vida de tus seres queridos? ¿Hay relaciones en tu propia vida que muestren una falta de respeto por tus propios límites?
Todos tendremos un poco de ambos en nuestras vidas, pero todos debemos esforzarnos por respetar que cada persona sea valiosa para Dios y responsable ante él por sus decisiones. Podemos guiar, pero no podemos controlar. Y podemos ser guiados, pero no podemos permitir que otros tomen las riendas de nuestras vidas. Solo Dios se ha ganado ese papel.