Dios nos dio la capacidad de hablar por una razón.
Esta noche pude captar un poco del Discurso del Estado de la Unión de nuestro Presidente. Siempre encuentro ese discurso intrigante por diferentes razones. Me gusta ver las respuestas de las personas en la sala y disfruto escuchando al líder de nuestro país hablar sobre temas importantes para él y el país en general. Tiene gran parte de la atención del país y puede vocalizar estos temas para que todos los escuchen.
Dios ha estado planteando constantemente el tema de ser vocal recientemente. Ya sea a través de la adoración, la rendición de cuentas, la oración, el perdón u otra cosa, ha seguido explicando la importancia de que las palabras salgan de tu boca en cada uno de estos casos.
Nos atascamos mucho en no usar nuestra voz, o en silencio y esperando / asumiendo que un problema se resolverá solo, o que alguien más dirá algo. Dios fue muy claro en toda la Biblia y Jesús hizo lo mismo para hablar audiblemente a otros y hacer que otros hablen audiblemente para mostrar el poder de nuestro Dios.
Piénsalo. Dios nos estaba mostrando cómo liberar su poder desde el principio. Él habló la tierra en la que vivimos con solo unas pocas palabras (Génesis 1). En el Antiguo Testamento, Dios hizo que Joshua y su ejército marcharan alrededor de Jericó y el acto final de obediencia que hizo que los muros cayeran sin ninguna fuerza fue gritar juntos en voz alta (Josué 6). En el Nuevo Testamento, Jesús levantó a Lázaro de entre los muertos al hablar (Juan 11). Jesús incluso nos dice que podemos hablarle a una montaña y hacer que se lance al agua (Marcos 11).
El punto es simple. Dios nos dio la capacidad de hablar, y nos hizo comenzar a hacerlo a una edad muy temprana porque era / es importante. Sí, nuestras palabras pueden ser hirientes, pero creo que el poder que tienen supera cualquier daño que puedan causar. Hay algo sobre rezar, cantar o leer en voz alta. Pruébelo y vea si Dios no le habla a través de su propia voz.
Escuche a Dios esta semana, y si Él le dice que diga algo o que le diga algo a alguien, hágalo. Hable con las personas cercanas a usted y cuénteles lo que está sucediendo en su vida para que puedan responsabilizarlo. Ve a pedir perdón (en persona) a esa persona que sabes que necesitas. Canta en voz alta en la iglesia la próxima vez que vayas. Busque maneras de expresarse esta semana y use el poder de su voz que Dios nos ha confiado. No nos lo habría dado si no hubiera querido que lo usáramos.