Por qué no podemos «predicar el evangelio»
Es posible que hayas escuchado las palabras «solo predica el evangelio» antes. Pero, Dios nos ha llamado demasiado más que solo predicar. Hay una acción que debe seguir.
Sí, el Evangelio es infalible. Ha sido cierto, es cierto y siempre será cierto. Sin embargo, solo predicar el Evangelio no es suficiente.
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El evangelio es nuestro fundamento
¿Nos manda la Biblia que sólo ¿predicar el Evangelio? El Evangelio es nuestro fundamento de cómo amamos a nuestro prójimo. Es la esencia de cómo compartimos el amor de Cristo con nuestro prójimo. Sin el Evangelio, no tenemos una base sólida sobre la cual basar nuestras vidas. Estaríamos sujetos a la inconsistencia del hombre y nuestros deseos carnales para dictar nuestra moralidad.
La verdad del Evangelio nos proporciona nuestras instrucciones y órdenes sobre cómo amar a nuestro prójimo. Pero el Evangelio no es solo las palabras que compartimos con nuestro prójimo. Son las mismas acciones que mostramos hacia ellos. Es nuestra obediencia al Evangelio lo que nos obliga a actuar. Y es el amor de hecho y de verdad, no solo de palabra o habla.
No amemos de palabra ni de habla, sino de hecho y de verdad. – 1 Juan 3:18
La palabra de Dios es la razón por la que morimos para nosotros mismos y alimentamos a los hambrientos, damos de beber a los sedientos, damos la bienvenida al extraño, vestimos a los desnudos y visitamos a los enfermos y los encarcelados.
Predica y vive los comandos
Sí, predica el Evangelio. Sí, vive los mandamientos del Evangelio. Ser cristiano significa predicar y vivir los mandamientos.
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Predicar y no vivir el Evangelio es contrario a la forma en que Jesús vivió entre los hombres. Jesús nos enseñó a vivir viviendo los mandamientos de su padre. Lo predicó y luego lo vivió. Porque si no lo hiciera, sería un hipócrita.
Su poder no existiría si su vida perfectamente obediente en la Tierra no reflejara el mensaje del Evangelio que trajo al mundo. En cambio, Él es el centro de nuestra adoración porque su vida mostró el amor de Dios en palabra y obra.